Bebé tenía serias intenciones
de armar un escándalo
de proporciones.
No quiere almorzar,
le carga la sopa,
quiere que mamá
le dé compota.
Con unos gajitos
de mandarina
aquieta las aguas
la tía Ernestina.
Bebé come sopa y postre
y el resultado, claro,
es un desastre.
Cuando terminó,
todo se lavó,
aún la silla alta
donde merendó.
Ahora Bebé quiere jugar
y no se cansa de reclamar:
Quiere la pelota,
quiere su abanico,
y la caja de cartón
que trajo Federico.
A Bebé los ojos
se le están cerrando
tiene mucho sueño
y sigue reclamando.
Bebé quiere pasear
o ver televisión.
Bebé no pierde la ocasión
de acelerar mi corazón.
Duérmete mi niño,
duérmete Gugú,
que estás más irritado
que un pobre emú
al que le han hecho
la permanente
y vio los resultados
reflejados en la fuente.
Bebé está casi, casi dormido
toda la casa ha estremecido
con sus quejas y sus llantos.
Este Gugú, está de espanto.
Cierra los ojitos,
gimotea un poco
y en sólo un segundo
se olvida del mundo.
Ahora que Bebé se durmió
una buena siesta tomaré yo.