¿El escenario del flamenco son las vegas? Claro, eso es un hecho. Y los que piensan que se trata de Las Vegas, esa iluminada y parafernálica ciudad del desierto de Nevada, se equivocan. Una vega es una laguna, un hermoso espejo de agua helada como la puna y trasparente como el cielo, ojos salitrosos que reflejan la belleza de Los Andes.
Los primeros flamencos que llegaron a las vegas andinas descubrieron allí un refugio de extraña belleza, que si bien podía ser muy frío por las noches prácticamente carecía de predadores que amenazaran su existencia. Satisfechos por loo que veían, hundieron sus picos curvos en el lodo amarillento de las vegas y sí, allí estaban sus crustáceos favoritos. ¡Para qué seguir buscando!
Los flamencos llevaban su tranquila existencia sin presiones. Compartían territorio con la jolla y los patos salvajes, pero alimento había de sobra para todos. Desde su sitio en el centro de la laguna observaban el ir y venir de los camélidos que se acercaban a beber para luego marcharse con paso aristocrático a ramonear las ásperas hierbas que les proporcionaba la puna. A veces, un puma solitario venía a mojar sus patas acolchadas en la orilla salobre; asustados, los flamencos ocultaban la cabeza bajo las alas. El puma tiene mala fama por esos derroteros.
Un día, un Flamenco más inquieto que sus hermanos descubrió que estarse allí todo el día, parándose en una u otra pata, escondiendo su cabeza bajo el ala y viendo pasar un guanaco de vez en cuando le estaba resultando sumamente aburrido.
-¡Es que aquí no pasa nada, pero nada entretenido! – le comentó a sus vecinos más cercanos.
¿Entretención? –respondieron ellos- Nunca se ha sabido de flamencos que pasen la vida buscando en qué entretenerse. A las alturas del altiplano se viene a descansar de las agotadoras migraciones, a tomar sol, a traer polluelos al mundo. ¡Es más que suficiente en materia de emociones!
-¡Cómo no va a ser aburrido convivir con quiénes piensan así –refunfuñó Flamenco.
Deprimido, se dedicó a observar el movimiento de los juncos y las olas que el viento dibujaba sobre los matojos de paja brava.
De tanto observarlos, Flamenco terminó por encontrarles gracia. ¡Qué bien ondulaban las hierbas andinas, casi parecía que bailaban a impulsos de la ventolera! Repentinamente, una idea afloró en su pequeño cerebro. Flamenco corrió hacia el centro de la bandada y empezó a hacer extrañas figuras sobre sus patas altas ydesgarbadas.
Sus evoluciones terminaron por despertar el interés de los demás flamencos. ¡Era extraño lo que hacía Flamenco, pero sin duda alguna, lo hacía ver muy bien…y parecía entretenido!
Paulatinamente, toda la bandada se fue sumando a la coreografía de Flamenco. Iban de izquierda a derecha, aleteaban un poco, se paraban en una pata, escondían la cabeza y después repetían la secuencia completa en un raro y alucinante ballet andino.
Andando el tiempo, el ballet de Flamenco alcanzó su peak de popularidad y todas las familias de flamencos adoptaron la costumbre de bailar sobre los lagos salobres. Todavía se les puede ver danzando muy entretenidos en su multitudinaria danza que destaca bellamente su extraordinario colorido.